Nuestros padres, esos que comenzamos a descubrir en la adolescencia y sobre todo en la juventud, cuando se hacen seres de carne y hueso, con defectos y virtudes, humanos.
Verlos hacerse abuelos es un nuevo descubrimiento; una faceta de su persona que no se desarrolla hasta ese momento: alucinante. Pueden llegar a hacer lo que nunca pensarías y lograr una felicidad para ellos también insospechada.
Me alegro de poder ver así a mis padres, abueleando.
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